Cuando CNN anunció los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Perú el pasado 11 de abril, la imagen que usaron fue llamativa. O, más bien, la que no usaron. La foto elegida del claro ganador, Pedro Castillo del partido Perú Libre, fue la de una silueta oscura.
La omisión no puede ser explicada únicamente como un caso de extranjeros que no entendían una elección latinoamericana; los propios medios de comunicación en Perú parecían igualmente desinformados con respecto al hombre que terminó obteniendo casi uno de cada cinco votos. Apenas una semana antes de las elecciones, muchas encuestas lo colocaban en el séptimo lugar de intención de voto entre 18 candidatos presidenciales.
Desde la elección, Castillo ha sido descrito por muchos como la voz del “Perú profundo y no escuchado”, un término que tiende a irritar a muchos peruanos fuera de Lima.
Tras el sorpresivo resultado del domingo, esta lógica llevó a los comentaristas limeños a declarar que “el Perú sin internet ha hablado”, ofreciendo así una conveniente explicación frente a la inesperada victoria. Pero una conversación con los simpatizantes rurales y de clase trabajadora de Castillo revela una historia más compleja. No es tanto que estén desconectados, si no que se mueven en una cámara de eco virtual distinta.
Ingrid Montoya, una profesora de 35 años de San Jerónimo, un pueblo rural de la región andina de Andahuaylas, se ríe de este estereotipo que llega desde Lima. “¡Como todo el Perú tenemos redes sociales! Y más durante la pandemia hemos estado hablando con nuestros padres por WhatsApp”. Se enteró de la candidatura de Castillo por Facebook, en uno de los grupos regionales a los que pertenece. “No sé qué harán los medios. ¿En dónde estarán?, ¿cómo van a decir que no estamos en redes? ¡Si mi Facebook ha estado reventando!”.
La desconexión digital que afecta al Perú más rural y empobrecido sí es real hasta cierto punto. El país tiene una brecha digital muy amplia. Aunque 62% de los hogares en Lima tiene acceso a Internet, en las zonas rurales el porcentaje cae por debajo del 6%. Castillo venció por un amplio margen en este último sector. En la capital, quedó en quinto.
Líder sindical de 51 años, exmaestro de escuela pública y autodenominado marxista, Castillo hace campaña con un estilo claramente predigital. En camino a la primera vuelta, privilegió intencionalmente los medios de comunicación comunitarios, en su mayoría estaciones de radio locales, y asistió a votar a caballo.
Habiéndose mantenido por debajo del radar por tanto tiempo, la cuenta de Twitter de Castillo todavía tenía menos de 8,000 seguidores a la fecha de este reportaje (14 de abril). Según la BBC, tenía solo 3,000 seguidores el día de la elección, habiéndose unido a la plataforma apenas en febrero del 2021. En claro contraste, Keiko Fujimori, a quien Castillo se enfrentará en la segunda vuelta de junio, tiene 1 millón de seguidores. El candidato de Perú Libre todavía no tiene una página de Facebook verificada y no parece tener cuenta de Instagram.
Franco Pomalaya, un joven limeño de 28 años, parte del comando de campaña de Castillo, dijo a Rest of World que se ríe cuando escucha a los expertos afirmar que había algo innovador o inusual en su estrategia.
“Nuestra campaña fue muy básica: así es cómo los políticos han hecho campaña durante décadas. ¿Qué tiene de raro?”. Considera que el alcance real de las redes sociales ha sido exagerado en Perú. “La gente habla de números y porcentajes, pero nunca de la calidad de la red. Un hogar puede tener acceso a internet, pero si esta es lenta y de mala calidad, pues no la van a usar”.
Ni Castillo ni su partido tuvieron una estrategia concertada en las redes sociales. Sebastián Reyes, uno de los representantes legales de Perú Libre, se apresura en señalar que su presencia digital sigue siendo uno de los puntos más débiles de la campaña. “Si estoy siendo completamente honesto”, dijo Reyes a Rest of World, “no estamos muy seguros de cómo poner la marca de verificación azul junto al nombre del candidato. Pero de hecho que queremos”.
La falta de canales oficiales de Perú Libre en redes sociales ha llevado a ciertas confusiones. Representantes de la campaña recién confirmaron después de las elecciones cuál de las cuentas de Twitter a nombre de Castillo era la auténtica. Antes de eso, los medios de comunicación habían citado en ocasiones cuentas no oficiales como si estas representaran la línea del partido.
Marco Antonio Paz Olivares, votante de Castillo de 29 años y residente de un asentamiento humano en Catacaos, una ciudad en la región norteña de Piura, no considera que esto sea un problema. Está convencido de que su candidato ganó gracias a que hizo el trabajo de a pie en lugar de apostar por tecnologías novedosas. El énfasis excesivo que se pone en las redes sociales, según él, es un error que a menudo cometen los limeños.
“Yo vengo de un asentamiento humano sin agua corriente, mucho menos acceso a Internet”, dijo Paz Olivares a Rest of World. “Castillo se tomó el tiempo de ir de puerta a puerta, de pueblo en pueblo, llegando a los lugares que ningún candidato quiso visitar. Y no pasó saludando desde una camioneta sino que habló de verdad con personas a las que no les llega la publicidad de redes sociales”.
“No sé qué harán los medios. ¿En dónde estarán?, ¿cómo van a decir que no estamos en redes? ¡Si mi Facebook ha estado reventando!”
Las plataformas virtuales probablemente cumplan un rol más importante en segunda vuelta, pero la falta de una estrategia digital organizada del candidato de Perú Libre no significa que no movilice masas en línea.
Hace apenas una semana, todo parecía indicar que Verónika Mendoza, candidata con fuerte apoyo en las zonas urbanas y entre votantes con educación superior, era la contendora más fuerte de la izquierda. Sus seguidores, apodados verolovers por algunos comentaristas, se mostraban extremadamente activos en redes sociales. Además, las interacciones virtuales relacionadas a Mendoza eran las más positivas entre todos los candidatos, una métrica usualmente vista como indicador clave por encuestadores y comentaristas políticos.
Sin embargo, un vistazo a Google Trends muestra que, incluso antes de que las encuestadoras registraran un mayor interés en la candidatura de Castillo, ya se le estaba googleando más a él que a Mendoza.
Algunos jóvenes rurales peruanos desafían incluso más el estereotipo de que sus regiones están fundamentalmente desconectadas. El hashtag #PedroCastilloPresidente tiene más de 7.7 millones de vistas en TikTok, con muchos de los creadores provenientes de zonas rurales en los Andes. Y aunque Castillo no tiene una página validada en Facebook, docenas de grupos en esta red social han aparecido orgánicamente para expresar su apoyo al candidato.
Grupos como Pedro Castillo en Segunda Vuelta, Todos con Pedro Castillo Presidente o Pedro Castillo “Presidente de los Pobres”, entre otras, tienen cada una decenas de miles de miembros extremadamente activos, que comparten memes y participan de discusiones políticas
Los grupos regionales también son particularmente activos, algo que la campaña reconoció desde un comienzo. “Cada región tiene sus propios intereses y nuestro enfoque es descentralizar la política. Por eso dejamos que las regiones hablen por sí mismas. Esto incluye las estrategias de comunicación. Damos algunas pautas a los seguidores de cada lugar, pero dejamos que ellos hagan sus propios spots”, cuenta Pomalaya a Rest of World.
Como ocurrió durante las elecciones presidenciales del 2018 en Brasil, el uso de espacios virtuales privados hizo más difícil el seguimiento digital. Para aquellos que no supieron dónde buscar, podía ser particularmente complicado notar el interés creciente alrededor de Castillo.
Ahora, a medida que su campaña intente ganar nuevos votantes en los próximos meses, su presencia en línea sin duda será mayor, particularmente para llegar a electores jóvenes y urbanos. “Sabemos que vamos a tener que cambiar la forma en que hacemos las cosas”, reconoce Pomalaya. “Para empezar, vamos a contratar a alguien que vea redes sociales”.