El nuevo informe de la organización de derechos digitales Access Now es el primer estudio en analizar de manera exhaustiva cómo las empresas extranjeras, principalmente de China e Israel, han impulsado el aumento de la demanda de tecnología de vigilancia en Latinoamérica. Durante la última década estas empresas han llegado a ofrecer equipos y software a precios reducidos e, incluso, a regalarlos.
La tecnología de reconocimiento facial para vigilar a la ciudadanía se ha vuelto cada vez más común en la región en los últimos años. Estos programas se dirigen supuestamente a la prevención de la delincuencia, aunque también se les utiliza cada vez más por otros motivos, como la mitigación del Covid-19 y para verificar asistencia en las aulas. “Por toda América Latina puede encontrarse tecnología con fines de seguridad pública o policial”, afirmó Sheena Greitens, profesora de la Universidad de Texas en Austin que estudia exportaciones chinas en materia de vigilancia.
A pesar de la historia ya bien documentada del uso indebido de la vigilancia tecnológica por parte de gobiernos y empresas, su rápida expansión no se ha topado con una resistencia popular muy vigorosa en Argentina, Brasil o Ecuador —los países destacados en el informe. Por lo general, la vigilancia suele ser motivo de orgullo para los políticos. Con frecuencia se promociona como los cimientos para construir un futuro más seguro, y cuenta con la aceptación de la población del país.
“Aspiramos a hacer de São Paulo una capital global, no una provincia —y eso implica transformarla en una ciudad digital”, declaró el entonces alcalde João Doria en 2017. Por la misma época, varias empresas chinas, entre ellas Huawei, Hikvision, Dahua y ZTE, donaron unas 4,000 cámaras de seguridad para su programa City Cameras. “Al final de mi mandato”, concluyó Doria, “São Paulo será la ciudad mejor vigilada de América Latina”.
José Renato Laranjeira, director del Laboratorio Brasileño de Políticas Públicas e Internet y colaborador del informe de Access Now, explicó que los índices de criminalidad en Brasil “son históricamente muy altos, por lo que cualquier medida orientada a bajarlos suele ser bien recibida por la población”. Verónica Arroyo, auxiliar de políticas de Access Now, corroboró que esta tendencia vale para toda Latinoamérica.
¿Tienes información sobre contratos gubernamentales de tecnología de vigilancia o los efectos de estos programas? Puedes ponerte en contacto con Leo Schwartz en leo@restofworld.org.
El informe de Access Now detalla un patrón según el cual las empresas de vigilancia hacen desembarcos regionales ofreciendo servicios con descuento —y a veces gratuitos.
Según Greitens, puede que la intención de las empresas sea que los gobiernos prueben primero los equipos y luego firmen contratos de mayor valor, y así las ciudades y estados de la zona tengan mayor incentivo para adoptar la tecnología. “Esto puede formar parte de su estrategia de atención al cliente: un intento por afianzar el ingreso a largo plazo al país, estableciendo buenas relaciones con los funcionarios municipales o provinciales”, explicó.
Eso mismo ocurrió en la ciudad de Campinas, situada en el estado brasileño de São Paulo, donde, en 2018, Huawei donó 30 cámaras inteligentes con el propósito declarado de pedir a los lugareños que las probaran. “El efecto demostración parece ser muy importante”, señaló Greitens.
En Campinas, Brasil, Huawei donó 30 cámaras inteligentes con el propósito declarado de pedir a los lugareños que las probaran.
Aunque esta donación no resultó en un contrato más importante con la municipalidad, según Renato obedece a una estrategia de mayor alcance de las empresas chinas en Brasil: dominar los mercados nacionales y regionales. Esto es típico del modelo de crecimiento que persiguen las empresas tecnológicas en América Latina y en todo el mundo, con empresas como Uber y DiDi que subvencionan sus productos para ampliar su base de clientes y superar a la competencia.
A veces el objetivo es establecer relaciones comerciales regionales más allá de la tecnología de vigilancia. Además de los contratos de vigilancia, empresas como Huawei compiten por otros proyectos de infraestructura de mayor envergadura, como el programa 5G de Brasil. Doria, que ahora es gobernador del estado de São Paulo y aspira a la presidencia, ha sido uno de los principales aliados de Huawei en el país. Los proyectos de vigilancia son solo una de las múltiples iniciativas empresariales de Huawei.
Entregarles tecnología barata o gratuita a nuevos clientes en una región puede tener otros beneficios, como “la recopilación de datos de nuestros ciudadanos y la optimización de los productos en función” de las particularidades demográficas locales, explicó Renato, como ha sido el caso de otras empresas chinas de vigilancia a nivel internacional, incluida la empresa de reconocimiento facial CloudWalk en Zimbabue.
Sin embargo, Renato advirtió que no había pruebas definitivas de que los datos recopilados por Huawei y Dahua durante los periodos de prueba fueran utilizados por las empresas. Cuando preguntó a la policía de Río de Janeiro, que también había recibido equipos de Huawei a través del gigante brasileño de telecomunicaciones Oi, Renato declaró que no podían confirmar quién tenía acceso a los datos extraídos.