Carlos Loret de Mola tomó un vuelo a la ciudad de Nueva York a finales de 2019. Tenía muchas cosas que dejar en orden. Apenas cuatro meses antes, el periodista había renunciado a ser el presentador estelar de Televisa. Por primera vez en 15 años, navegaba el mundo sin la protección, ni las ataduras, de un medio de comunicación tradicional como la televisora; Loret de Mola se enfrentaba a lo desconocido. Había viajado a Manhattan para promover lo que sería el medio de comunicación más nuevo de México, uno 100% digital y totalmente apantallador: Latinus.

Durante su estancia en Nueva York, el presentador de noticias se reunió con reporteros españoles y mexicanos que recibieron una invitación, por medio de recomendaciones, para hablar con él. Estaba buscando empleados potenciales para el nuevo medio. Loret de Mola específicamente buscaba contratar periodistas experimentados en dos áreas: periodismo impreso y reporteros familiarizados con temas de interés para la población latina viviendo en Estados Unidos. Al menos eso fue lo que le dijo a los entrevistados, a quienes no les explicó quién financiaría Latinus. Tampoco les dijo el enfoque con el cual se cubriría a la población latina ni con qué propósito.

El rumor del nuevo medio se esparció rápidamente entre los periodistas que cubrían la comunidad latina en Estados Unidos. Algunos se preocuparon. Junto con Loret de Mola, Latinus estaba armando un equipo estelar, incluyendo otros presentadores de noticias como Víctor Trujillo, mejor conocido como Brozo el payaso tenebroso; presentadores de deportes, como Luis García; y figuras del entretenimiento de la talla de Galilea Montijo, que —en conjunto— convertirían al medio de comunicación en un competidor capaz de arrasar en el mercado para noticias en español estadunidense. Al interior de ImpreMedia, la compañía de publicación de periódicos en español más grande en Estados Unidos, estaban especialmente preocupados. Si Latinus se hubiera mantenido firme en su propósito inicial, la plataforma digital le habría quitado una gran porción del mercado hispanohablante a la empresa, según lo que un empleado de la compañía le dijo a Rest of World.

Pero Latinus no mantuvo el curso. Loret de Mola no contrató a un solo reportero residido en Estados Unidos durante su viaje de 2019. “Lo raro es que, a pesar de que se anuncian como un medio para la comunidad latina en Estados Unidos, no veo ningún contenido dirigido a esa población”, dijo Gisela Pérez De Acha, investigadora en la Universidad de California en Berkeley, “no es como Univisión o Telemundo; su contenido parece monotemático: enfocado únicamente en México”.

Desde fuera podría parecer un simple golpe de timón intrascendente, pero en realidad este giro marcaría la identidad del naciente medio de comunicación. Durante el último año, Latinus se ha convertido en un punto de encuentro para la oposición política. Hasta hace poco, López Obrador había logrado dominar la conversación nacional a través de su astuto uso de las redes sociales. Ahora, en Latinus, enfrenta a un adversario formidable: tiene una audiencia fiel de millones de seguidores y la capacidad financiera de producir contenido costoso sin la necesidad de tener que revelar la procedencia sus recursos. Esta combinación ha generado dudas entre muchas personas que se preguntan si Latinus es realmente un medio de comunicación independiente o la plataforma propagandística del movimiento anti-López Obrador.


Lejos de convertirse en un medio de reportajes escritos enfocados en la población latina de Estados Unidos, Latinus se convirtió en una plataforma de videos con alto valor de producción enfocados principalmente en la administración federal de Andrés Manuel López Obrador. De primera impresión, podría parecer que Latinus es el resultado de una rencilla personal entre Loret de Mola y el presidente. Basta recordar cómo el propio Loret de Mola lo llegó a llamar “el eterno candidato” o aquella entrevista de 2008, en Televisa, cuando el presentador de noticias llegó al punto de callar al entonces candidato presidencial derrotado. Por otro lado, AMLO había denunciado a medios como Televisa por pertenecer a “la mafia del poder” y a Loret de Mola, personalmente, a quien había señalado como alguien que solo seguía órdenes de los dueños de la televisora.

“Si tuvieras que pensar en alguien que está contra AMLO, y que no sea alguien de la política sino alguien en los medios, ese es Loret”, dijo Jorge Eleazar, un experto en marketing de influencers. Para millones de mexicanos, Loret de Mola es la personificación del más puro sentimiento anti-AMLO, aunque este esté desarticulado. Desarticulado, al menos, hasta que llegó Latinus. 

Pero la creación de Latinus no se puede atribuir a una sola persona; sería demasiado simplista. En realidad, el medio debería interpretarse como una consecuencia natural del cambiante paisaje mediático mexicano. Una consecuencia en la cual Loret de Mola es una pieza más bajo el gran paraguas de Televisa.

Los medios mexicanos son únicos por su tradicional dependencia del gobierno. Fue precisamente esa relación codependiente la que le permitió a AMLO alterar el equilibrio que une al poder político y al poder mediático en México. Durante buena parte de los más de setenta años de gobierno priista, los periódicos imprimían con la anuencia del gobierno. El Estado controlaba a la prensa mediante sobornos conocidos como “chayote” o, literalmente, mediante el control de la venta de papel; el gobierno era administrador de PIPSA, la compañía productora y distribuidora de papel periódico. Con el tiempo, este control transitó a la publicidad oficial, de la cual depende la mayoría de los periódicos para sobrevivir.

La televisión es similar, ya que funciona a través de concesiones que otorga el Estado para operar las estaciones; Televisa actualmente controla 249 estaciones comerciales del total de 607 y TV Azteca, el otro gigante televisivo en México, controla 180. Para obtener estas concesiones era esencial mantener una buena relación con el Estado y el gobierno que lo dirige.

“En Estados Unidos, por mucho tiempo, el periodismo intentó presentar ambos lados de una historia. En México venimos de un autoritarismo mediático”.

En ese tenor, el fundador de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo declaró famosamente que su empresa y él eran “soldados del PRI y del presidente”. La compañía vivió su mejor momento entre las décadas de los noventa y los dos mil llegando hasta el 85% de los hogares mexicanos; se había convertido en la principal fuente de información para millones de personas en México.

Esto hizo a la televisora sumamente poderosa, al punto de que la jugada se volteó. Los políticos se volvieron quienes necesitaban de la buena voluntad de Televisa si querían una cobertura favorable que les ayudara a ganar elecciones. “En Francia hay medios de derecha, moderados y de izquierda”, le dijo Gisela Pérez De Acha, la investigadora de la Universidad de California en Berkeley, a Rest of World, “como lector sabes lo que estás viendo. En Estados Unidos, por mucho tiempo, el periodismo intentó presentar ambos lados de una historia. En México venimos de un autoritarismo mediático”. 

López Obrador no es ajeno a esta ecuación. Durante treinta años de carrera como político de oposición, AMLO necesitó de Televisa para difundir su mensaje y su postura política, pero se quejó en repetidas ocasiones de que la compañía estaba sesgada y era injusta al permitirle menos acceso a entrevistas o menor tiempo de cobertura que a sus rivales, los políticos en el gobierno. 

Pero en 2001 AMLO sentó un precedente mediático que le redituaría décadas después. Cuando era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, inventó e institucionalizó una conferencia de prensa todas las mañanas. Presentó así, la figura de un político accesible y transparente. En esa temporada también dio algunos de sus discursos más recordados. La estrategia de comunicación lo hizo inmensamente popular. Para 2006, se convirtió en candidato presidencial por primera vez; lo sería nuevamente en 2012 y 2018.

Después de probar los alcances del discurso político dictado desde un púlpito diario, se dio la explosión de las redes sociales. En 2008, AMLO abrió su cuenta personal de YouTube. Después abrió una cuenta de Twitter. A través de ellas empezó a darle la vuelta a Televisa, incluso reclamándole a Loret de Mola en Twitter después de que el presentador lo entrevistara en la televisora.

Cuando finalmente ganó las elecciones presidenciales en 2018, parte del éxito electoral de AMLO se pudo atribuir al giro de innovación digital que agregó a su antigua estrategia de campaña. Además de su uso habitual de plataformas sociales contó con Abre Más Los Ojos, una organización de creación de contenidos para redes sociales. Ésta se fundó por un grupo de millennials con “autonomía e independencia de las políticas internas del partido”, dijo David Ricardo González Ruiz, quien trabajó en este grupo, a Rest of World. Se encargaban de traducir los parcos discursos de AMLO en atractivas propuestas de política pública dirigidas a una audiencia más joven, hambrienta de justicia social, política feminista y soluciones medioambientalistas. Precisamente porque la organización no era parte de la estructura interna del partido fundado por López Obrador, Morena, Abre Más Los Ojos podía “trabajar con mucha más libertad”, dijo González Ruiz.

Para el día de la elección, tan solo en Facebook, Abre Más Los Ojos había generado más de 98 millones de interacciones orgánicas a lo largo de tres meses. Además, sus panfletos electrónicos de propaganda fueron descargados más de 150,000 veces. Al momento en que se dieron a conocer los resultados de las elecciones, las estadísticas oficiales reportaron que el grupo de votantes más fuerte de adultos jóvenes apoyando a AMLO eran personas entre los 18 y 25 años de edad.

En noviembre de 2018, meses después de las elecciones, el presidente electo López Obrador hizo un llamado a “sus amigos de las benditas redes sociales” a través de una transmisión en vivo por Facebook. En el video pedía ayuda para esparcir su mensaje, invitando a la gente a participar en la consulta ciudadana de la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Después, a los seis meses de iniciar su administración, en junio de 2019, AMLO compartió un video anunciando que había rebasado el millón de seguidores en YouTube. En él, presumió el famoso trofeo dorado con el icónico botón de play al centro —que la plataforma de videos comúnmente galardona a influencers y creadores de contenido— y se lo dedicó a sus seguidores.

El día después de su toma de protesta, el 3 de diciembre, AMLO sostuvo su primera Mañanera. Estas conferencias de una hora a las 7 a.m. se institucionalizaron rápidamente. Las Mañaneras son reminiscentes a aquellas conferencias de prensa de 2001, con la diferencia de que estas se transmiten en tiempo real vía YouTube y Facebook. Durante los primeros tres meses del sexenio, las Mañaneras registraron más de 15 millones de vistas en la página de Facebook del presidente. En contraste, quienes competían por la audiencia a esa misma hora apenas alcanzaban cuatro millones de vistas cada quien. Uno de esos competidores era el programa matutino de Loret de Mola en Televisa: Despierta con Carlos Loret de Mola. Pero, el presidente tenía más vistas, más interacciones, más “me gusta” e incluso más “no me gusta” que los influencers y medios de comunicación en redes sociales. Independientemente de cuánta gente sintonizara a Loret de Mola vía Televisa, la conversación estaba sucediendo en otro lado.

Sin un mediador, AMLO tenía total libertad de moldear la agenda mediática del día. Durante los meses siguientes, dijo en una mañanera “ya no existe solo la prensa convencional o los medios convencionales” y “la prensa se regula con la prensa, y ahora tenemos la ventaja de contar con las redes sociales”.  


Latinus debutó públicamente en febrero de 2020. Es un medio completamente digital y, en el año que tiene de vida, ha logrado construir una audiencia masiva. Por primera vez desde que inició su administración, AMLO se encontró con la suela de su zapato; la lucha por el control del debate público se convirtió en una guerra. Y su campo de batalla no es el internet en general sino las redes sociales en específico. Mientras que Latinus.us — la página del sitio — no aparece dentro de los cincuenta  sitios más visitados de México, ha logrado reunir una audiencia fiel en YouTube.com, Instagram.com, Twitter.com, y Facebook.com. Tan solo en la última plataforma tiene una comunidad que rebasa los 1.1 millones y sigue creciendo.

“Me gusta esta parte o intento de viralización, … sobre todo que ha sido mucho de manera orgánica”, dijo Johanna Asiain, co-fundadora de México Libre, una organización política impulsada por Margarita Zavala. “Sí veo que nace como una plataforma totalmente digital, no por el contenido editorial sino por la aportación que puedan tener a este público de redes digitales que ha aumentado muchísimo. Creo que busca más bien, en lugar de cuidar línea editorial, los grandes seguidores en redes sociales, los grandes influencers”. Aún si Latinus no compró seguidores con los algoritmos de las redes sociales, sí lo hizo comprando influencia a la vieja usanza: convenciendo, a billetazos, a las celebridades que trajeron a sus propios seguidores.

“Quien haya pensado en [Latinus] es un genio porque presentaron un solo enemigo común”, dice Eleazar, el experto en marketing de influencers. Para él, el medio “aglomera toda la oposición política de todo el espectro ideológico —independiente de su partido político— bajo la única causa anti-AMLO”. Los presentadores de Latinus han entrevistado a personajes de toda índole: desde el expresidente panista Felipe Calderón, pasando por Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán por el PRD, hasta políticos de Movimiento Ciudadano y del mismo Morena. Ningún otro medio de comunicación podría hacer esto. “Los medios en México tienen tal crisis de credibilidad que ya nadie les cree. Latinus todavía es un medio nuevo y, como tal, sigue sin manchas”, dice Eleazar.

Latinus se ha desempeñado bien en línea gracias al dinero que tiene. Pero estar en línea también le permite otra cosa: ser menos transparente con sus potenciales ambiciones. Muchas organizaciones mediáticas presentan opiniones y las hacen pasar como noticias informativas, pero lo que está haciendo Latinus es diferente.

Toda la operación del medio se montó con tal premura, que la sección de “acerca de nosotros” del medio ha cambiado más de cinco veces en el último año; sus historias de Instagram suelen reproducir los titulares y las secciones de otros periódicos nacionales. “No sé si estén llenando un vacío. La mayoría de su contenido viene de Notimex”, dijo Pérez de Acha. Los empleados de Latinus, incluyendo los más renombrados, también vinieron de otras publicaciones y empresas televisivas, sobre todo de Televisa. Su página de internet todavía tiene errores de código y parches, pero aún así tuvieron la capacidad de desarrollar investigaciones complicadas y sacarlas justo a tiempo.

“No sé si estén llenando un vacío. La mayoría de su contenido viene de Notimex”.

El 4 de junio de 2020, mientras México atravesaba su primera ola de Covid-19, Latinus publicó un escándalo sobre Zoé Robledo, el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). La nota decía que Robledo había adjudicado contratos para monitoreo de medios a empresas de sus familiares, en plena pandemia. Una semana después, el 11 de junio, Latinus publicó otro escándalo de corrupción, este involucraba a Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la Función Pública, por recibir terrenos del gobierno sin haberlos comprado. Nuevamente, en agosto y diciembre, dos historias más sobre corrupción se publicaron por el medio. Estas involucraban a la prima, Felipa, y al hermano, Pío, del presidente López Obrador.

A un funcionario público de alto rango en la administración pública federal, que habló con Rest of World bajo condición de anonimato, Latinus le parece despreciable: “es evidente que son antigobierno y anti administración pública federal en general”. Esto no es malo necesariamente, explicó Pérez de Acha, “todo periodismo debería golpear fuerte al gobierno”. Lo que resulta intrigante es cómo Latinus logra producir investigaciones tan fuertes y tan oportunas —casi quirúrgicas— en tan poco tiempo. A veces, sus investigaciones se parecen más a golpes políticos que a un proyecto editorial.  

Es algo que ha sucedido en términos mediáticos antes. En 2005, Loret de Mola transmitió en vivo para su programa de Televisa el arresto de un presunto grupo de secuestradores, que —después se supo— era un montaje organizado por el entonces Secretario de Seguridad Pública. “Loret de Mola es un gran comunicador”, dijo González Ruiz, “yo no coincido con él en absoluto y el caso Florence Cassez es deplorable y se nos ha olvidado y debió de haber terminado con su carrera, pero es un gran comunicador y un gran provocador”.

El gobierno de López Obrador responde en forma ante los golpes mediáticos de Latinus. Apenas el 29 de marzo de 2021, el portal noticioso Sin Embargo publicó una investigación donde presentaba documentos públicos como prueba de que Latinus había recibido apoyo financiero de los políticos de oposición. Otro periodista republicó la nota entera, palabra por palabra, en su sitio de internet. Latinus respondió solamente hasta que la tormenta en redes sociales se convirtió en algo imposible de ignorar. La compañía publicó un comunicado en sus redes, que se retuiteó más de 22,000 veces. Loret de Mola también contraatacó con un tuit que decía que el gobierno estaba dolido por el trabajo de Latinus. Tuvo más de 21,000 retuits.

“Obviamente ha habido ataques coordinados contra Latinus”, explicó González Ruiz, quien tras estar en Abre Más Los Ojos, trabajó en el Senado para Morena, como asesor en comunicación. AMLO ha mencionado personalmente a Loret de Mola al menos trece veces en sus Mañaneras desacreditando a la cara visible de Latinus; a veces incluso de manera espontánea, sin que haya una pregunta relacionada al periodista.


Es evidente que alguien está financiando el medio con millones de pesos, pero no queda claro para qué. Aunque Loret de Mola es el personaje más prominente de la organización, probablemente no es el principal inversor. La fuente de financiamiento del medio está escondida estratégicamente detrás de Latinus Media Group, una compañía de responsabilidad limitada, incorporada en Delaware. Este estado ofrece algunos beneficios para sus compañías, entre ellos: los ingresos de fuera del estado están exentos de recaudación fiscal para las compañías extranjeras; confidencialidad de sus dueños; y un juzgado especializado en casos corporativos.

Mientras tanto y hasta ahora, Latinus ha operado bajo una entidad legal distinta en México: BCG Limited Consulting (cuyo nombre no tiene nada que ver con la prestigiosa consultoría internacional del mismo nombre), una compañía fundada por Christian González Guadarrama. “La verdad no sé cómo está estructurado el medio”, dijo Enrique Pons, columnista de Latinus, “mucha gente cree que Carlos Loret de Mola es dueño de la plataforma, pero hasta donde yo sé, no es así”.

Para el funcionario público, conocer el financiamiento y la propiedad de Latinus es crucial para entender su manera de operar. “Sus notas están sesgadas, son como contenido de blogueros, como El Soberano”, dijo refiriéndose al tabloide en línea que abiertamente apoya al régimen aparentando ser una publicación independiente, “pero para la oposición”. El problema es que “estos no son chavitos blogueando desde sus casas, sino personas que claramente tienen una infraestructura poderosa y muchos recursos”, estima que cada uno de los episodios de Loret cuesta millones de pesos. “¿De dónde viene ese dinero? Su página tiene el mismo tipo de publicidad que otros medios digitales en el país…, pero no sale. Claramente hay más inversión financiera que eso”.

Pero los blogueros detrás de El Soberano tampoco son chavitos jugando desde sus casas. “Me acuerdo cuando se fundó El Soberano. Yo estuve en esas pláticas”, recordó González Ruiz, quien cree que es similar a La Tanqueta, un canal de YouTube previo, también pro-AMLO. Para ellos, dice, “o estás con el presidente o eres un traidor”. La lealtad ha sido recompensada: varios de sus miembros son candidatos por Morena para las elecciones intermedias de 2021. “Sería interesante saber de dónde viene el financiamiento para El Soberano”, dijo González Ruiz, “si reciben dinero formalmente del gobierno o, si como yo, nunca van a aparecer en la nómina. A mí me pagaban en efectivo cada quince días”.

Para quienes están en la oposición política, la fuente de los recursos de Latinus es irrelevante. “A mí me gusta Latinus. A falta de una voz de oposición y, sobre todo, de políticos que no han logrado estructurarse con un discurso que la gente sienta como suyo … este tipo de espacios o estas voces son las que han ayudado y han tomado como propias la audiencia”, dijo Asiain, “me gusta que a falta de algunos medios nacionales, Latinus ha empezado a tomar liderazgo en ese sentido”.

En un país donde el poder mediático suele ser equivalente a poder político, falta responder una cosa. ¿A favor de qué está Latinus, si está claramente en contra del gobierno?

“Estos no son chavitos blogueando desde sus casas sino personas que claramente tienen una infraestructura poderosa y muchos recursos”.

La pregunta es prácticamente imposible de responder. Latinus puede estar completamente a favor de la transparencia en lo que respecta al gobierno, pero no predica con el ejemplo. Impone una disciplina casi partidista a sus empleados. Esto es raro para una organización noticiosa, pero es común entre los miembros de un partido político para mantener la disciplina interna, garantizar respuesta legislativas coordinadas y sincronizar mensajes en campañas electorales. Rest of World le envió más de quince solicitudes de entrevistas a empleados de Latinus, incluyendo los presentadores. No se obtuvo respuesta para la mayoría; algunas fueron declinadas; las pocas que ofrecieron respuesta lo hicieron con mensajes coordinados: “prefiero hacer las entrevistas que darlas”, o “por principio, no doy entrevistas de mi trabajo, las hago”. Con excepción de dos personas, ningún reportero, columnista, productor o colaborador de Latinus estuvo dispuesto a hablar con Rest of World.

Más allá de la disciplina interna de Latinus, periodistas de otros medios mexicanos, otrora productores de Latinus y reporteros invitados a colaborar con el medio no quisieron comentar sobre el tema. A algunos les preocupó que la reputación de Latinus entre los dueños y editores de medios pudiera traer retaliación en el medio de trabajo.

En cuanto a su postura política, Asiain cree que “Latinus intenta presentar la oposición, entre otras propuestas, bajo Sí por México”, la organización política apoyada por Gustavo de Hoyos y Claudio X González, que negó públicamente estar en contra de AMLO, pero que en la práctica apoya a todos los partidos políticos de la oposición.


La intolerancia del presidente incrementa conforme el ambiente mediático se polariza. Incluso arremetió contra la organización Artículo 19, que da protección a periodistas en riesgo, sin la necesidad de involucrarse personalmente en censurar a nadie. Los periódicos oficialistas se encargan de defender su postura. Mientras tanto, Latinus continúa desprestigiando la credibilidad de AMLO. En algún momento uno de los dos bandos saldrá de este impase victorioso, pero sigue sin quedar claro si el poder político dominará a los medios o si los medios tienen la capacidad de conquistar el poder político. Cualquiera que sea la respuesta, esta batalla particular entre la administración de López Obrador y Latinus es más parecida a una carrera armamentista de la guerra fría que a un debate político frontal.

Para Eleazar, el estratega de relaciones públicas, “si Latinus se convirtiera en un partido político, inmediatamente tendría miles de seguidores. La rompería simplemente porque aglomera todo el sentimiento anti-AMLO”. Asiain, que ha trabajado en campañas políticas durante casi una década, dijo: “No creo que se atrevan. … No son lo suficientemente valientes para hacerlo. [Loret de Mola] está muy cómodo en su posición de crítica a todo”.

Los medios de comunicación digitales progobierno, que monopolizaron la primera mitad del sexenio de AMLO, encontraron en Latinus a su rival. “Latinus le gana la agenda al presidente”, con concluyó González Ruiz, “lo obliga a posicionarse. Usualmente es al contrario, el presidente tiene control de la agenda y las redes de intelectuales orgánicos, bots y seguidores lo hacen por él. Latinus ha obligado a responder en situaciones muy incómodas”.

Pero, para Pérez de Acha, esto es territorio peligroso, “cuando solo publicas artículos de opinión en un ambiente polarizado, obviamente te van a llamar medio de oposición. Lo más loco es que probablemente eso sea bastante redituable para el medio por la manera en que funcionan los algoritmos: entre más le entras al juego de la polarización, más clics vas a tener. Pero al final del día eso no nos hace una sociedad mejor informada, solo una más polarizada”.