Andrea Campos, fundadora de la aplicación de salud mental Yana, creada hace dos años en Ciudad de México, tardó seis largos meses en encontrar un programador front-end experimentado. Después de lanzar su aplicación en los primeros días de la pandemia, el número de usuarios de Yana se disparó de unos miles de usuarios en México a más de 5 millones en 12 países. Campos, quien afirma que su compañía recaudó $2.5 millones de dólares en 2021 para escalar la aplicación y expandir el equipo, deseaba contratar a alguien con experiencia y habilidades para gestionar proyectos.
Un mes después de empezar en Yana, el programador que tanto había buscado le dijo a Campos que renunciaba.
“Una empresa estadounidense le ofrecía un contrato de $15,000 dólares al mes”, dijo Campos a Rest of World. “No podemos competir con eso”.
Historias como la de Yana se han vuelto extremadamente comunes en Latinoamérica, donde —según todas las fuentes que entrevistó Rest of World, junto con los datos de salarios disponibles— la demanda de talento tecnológico se ha disparado. Sin embargo, la oferta sigue siendo relativamente escasa, lo cual genera una competencia feroz por la contratación de trabajadores calificados entre startups, compañías tecnológicas bien establecidas y megaempresas que buscan talento en otros países. Aunque una escasez similar ocurre en otras partes del mundo, en América Latina se entrenan a muchos menos profesionales en tecnología que, por ejemplo, en Asia. Al mismo tiempo, su proximidad a Estados Unidos hace de la región una geografía privilegiada para las empresas tecnológicas estadounidenses que deciden contratar empleados allí; lo cual aumenta el valor de los trabajadores calificados para las empresas nacionales y extranjeras.
“Todo el mundo sabe que es una masacre”, dijo Campos.
Quienes trabajan en tecnología como Joel, un desarrollador residente en México que trabaja para un gigante tecnológico estadounidense, tienen el mundo a sus pies. Joel pidió que usáramos solo su nombre de pila, ya que su empleador no lo autoriza a hablar de manera oficial. “Este es el mejor momento para ser programador”, dijo. “Básicamente somos como estrellas de rock”.
Campos dijo a Rest of World que cada vez más ingenieros en informática jóvenes están postulándose para puestos de alto rango. “Saben que pueden hacerlo porque hay mucha competencia por este tipo de profesionales”.
Para el ecosistema de emprendimiento de Latinoamérica, 2021 fue un año histórico: las empresas de capital de riesgo invirtieron al menos $20,000 millones dólares en la región, más financiamiento que nunca antes. Los expertos estiman que en la región se abrirán 10 millones de nuevos puestos de trabajo en tecnología para 2025, debido al impulso de empresas locales así como por la creciente demanda de organizaciones remotas que buscan talento más barato en las mismas zonas horarias que las empresas estadounidenses, una práctica conocida como “nearshoring”.
“Si la persona está interesada en hacer mucho dinero, no hay nada que podamos hacer”.
Un estudio reciente de Everis Digital Talent reveló que el 55% de las empresas en Latinoamérica dijeron que encontrar el personal adecuado es difícil. Entre ellas se incluye la compañía tecnológica más valiosa de América Latina, MercadoLibre, a la que agencias de reclutamiento como Globant también le ha quitado empleados que van a trabajar a compañías estadounidenses. Dichas agencias, a su vez, venden la mano de obra latinoamericana a empresas extranjeras por precios más bajos.
Pablo, que vive en Argentina y pidió a Rest of World que no nombrara a su empleador, trabaja para una compañía similar, que ahora le paga contratos a alrededor de 600 latinoamericanos a través de Venmo. En 2019, cuando empezó Pablo, eran solo 10.
Los trabajadores de la tecnología a menudo ganan muy por encima del salario promedio en sus respectivos países. En Argentina, ganan más de cinco veces más que el salario promedio, según datos de Salary Explorer y encuestas realizadas por CodersLink, una empresa que conecta a las empresas con talento tecnológico más allá de sus fronteras. En México, es más del triple del promedio. Sin embargo, la idea de que ingresar al sector tecnológico podría ser una carrera lucrativa es todavía relativamente nueva.
Las universidades y las escuelas de programación no han podido satisfacer la demanda de este tipo de profesionales. CodersLink reveló que la región produce solo 739,000 graduados en TI al año, en comparación con los 7.3 millones de Asia, lo cual aumenta el valor de este tipo de talento. Además, es posible que las escuelas no enseñen las habilidades que necesitan las startups. Muchas universidades en América Latina se enfocan en “ingeniería de sistemas” o roles de TI, en lugar de tecnologías más avanzadas, como el aprendizaje automático (machine learning).
“Las opciones profesionales tradicionales de ser médico, abogado o ingeniero civil aún predominan en Brasil”, dijo Arthur Alvarenga, fundador de la startup brasileña Hubla. “Además de eso, las escuelas y las universidades no necesariamente están haciendo un gran trabajo para ampliar la capacidad de los cursos. Es un problema estructural”.
Para aquellos que sí tienen las habilidades necesarias, los cambios recientes a favor del trabajo remoto han significado que las empresas tecnológicas estadounidenses que pagan bien ahora estén más dispuestas a contratar programadores en Buenos Aires y Guadalajara.
Los angloparlantes de Latinoamérica con conexión a internet estable prestan menos atención a las startups locales más pequeñas, dijo Luis Arbulú, socio de la compañía Salkantay Ventures, que invierte en startups regionales. Dice que, en realidad, esos trabajadores “están pensando en trabajar para Salesforce o para Stripe”, ambas empresas estadounidenses valoradas en cientos de miles de millones.
Eso hace que la contratación sea una tarea particularmente difícil para las empresas locales. Para competir, Hernán López Conde, cofundador de la startup fintech argentina Digiventures, y su equipo han comenzado a reclutar específicamente a desarrolladores que no dominan el inglés.
“Nadie le va a pagar esos salarios a alguien que no hable con fluidez”, dijo.
Como todos los emprendedores que hablaron con Rest of World, López Conde dijo que él también había perdido talento valioso frente a grandes empresas que eran capaces de ofrecer cinco veces lo que él podía pagar. En Argentina, donde la inflación ha llegado a más del 50% en los últimos 12 meses, las empresas extranjeras también pueden atraer a los trabajadores con pagos en dólares u otras monedas extranjeras, en lugar del peso argentino.
“Es imposible competir con Google y las compañías de Estados Unidos”, dijo Alvarenga de Hubla. “Pero a comparación de las empresas locales, pagamos los mejores salarios”. Alvarenga estima que los salarios de los trabajadores tecnológicos aumentaron un 30% en el último año.
La escasez ha llevado a las compañías regionales a ofrecer sus acciones como opción, una estrategia relativamente nueva en la región. Pero aceptar un trabajo a cambio de acciones de una empresa, dijo Pablo, requiere que los trabajadores crean en su potencial de éxito a largo plazo. “La mayoría de la gente no cree en la empresa; cree en el salario”.
“Nadie le va a pagar esos salarios a alguien que no hablé inglés con fluidez”
Mathias Caramutti, fundador de la startup argentina Celeri, se ha enfocado en contratar programadores con menos experiencia y dedicarse a entrenarlos.
“Cuando tienes una startup joven o un equipo pequeño, necesitas contratar todoterrenos”, dijo. “Les decimos a los candidatos: ‘No necesitamos que sepas mucho sobre los aspectos técnicos, pero debes estar dispuesto a aprender; dispuesto a hacerte cargo de los problemas y ser capaz de buscar soluciones’”.
Arbulú, el inversor de capital de riesgo, dice que las nuevas empresas latinoamericanas también pueden aprovechar las políticas de trabajo remoto que han permitido a las empresas estadounidenses captar talento local. Al reclutar trabajadores de ciudades más pequeñas en sus propios países o mercados vecinos que aún no experimentan un gran auge tecnológico, las empresas que apenas comienzan pueden evadir la competencia y sus altos salarios.
La aplicación Hugo de El Salvador contrata empleados de Honduras, mientras que Yana, con sede en México, trabajó con un desarrollador en Bolivia para construir la versión inicial de la aplicación que se lanzó en 2020.
Y para las empresas que recién comienzan, Arbulú dijo a Rest of World que contratar al talento técnico más avanzado puede que no sea tan importante, al menos no en un principio. “Esto es particular para América Latina y otros mercados emergentes, pero a veces la necesidad es tan imperiosa y los candidatos son tan pobres que solo necesitas hacer algo un poco mejor, pero eso no es alta tecnología en realidad”, dijo.
Este es el caso de la compañía de Caramutti, Celeri, que es una empresa de "tecnología regulatoria", más que una empresa fintech.
“Las empresas financieras nos contratan para que nos encarguemos de resolver los problemas operativos”, dijo. “Entonces, realmente no necesitamos un especialista en aprendizaje automático, ni nada por el estilo. Necesitamos personas entiendan bien este negocio y que puedan resolver los problemas”.
Pero a medida que las empresas crezcan, la necesidad de talento tecnológico con habilidades más avanzadas se volverá más crítica. Después de tres meses de búsqueda, Yana finalmente pudo contratar a un nuevo programador de front-end experimentado.
“La mayoría [de los programadores] ven su paso por las startups como una etapa en su carrera para llegar a Google o Facebook”, dijo Campos. “Si la persona está interesada en hacer mucho dinero, no hay nada que podamos hacer”.