El verano pasado, Santiago Maratea juntó $2.1 millones en menos de dos semanas tras su debut viral como influencer de vocación social en Argentina. Estaba recaudando dinero para importar una medicación muy costosa para una bebé de siete meses que sufre de atrofia muscular espinal, una enfermedad rara.

Tres días después de su campaña el gobierno aprobó la medicación, posibilitando su compra en Argentina. Esto generó gran cantidad de comentarios en redes sociales, muchos de los cuales expresaban furia por el hecho de que hiciera falta un influencer para que el gobierno aprobara una medicación. Maratea capitalizó esa furia para recaudar enormes sumas para muchas otras causas desde entonces.

Maratea, un treintañero de Buenos Aires, empezó en las redes sociales en 2015 como un influencer divertido y presuntamente apolítico. En la actualidad sus comentarios disparan polémicas políticas constantemente, aunque él sigue asegurando que no le importa la política. Entre sus llamados filantrópicos a la acción se cuelan fuertes críticas en las que despotrica contra figuras públicas de todos los partidos. Los políticos rara vez lo refutan, ya que responder podría causar más ataques por parte de Maratea y de sus más de 35 millones de seguidores. Rest of World contactó a cinco políticos y activistas, todos ellos se negaron a declarar por ese motivo.

La transformación de la imagen pública de Maratea de instagramero rico y consentido a salvador de la sociedad argentina ha sido impactante por su velocidad y su efectividad. En un país donde los ciudadanos están hiperconectados al internet pero cada vez más desconectados de toda bandera política, Maratea vino a llenar el vacío. Sin embargo, no se metió en la política electoral, como sí hicieron otras celebridades. Tampoco se concentró exclusivamente en llamados de atención y recaudaciones de dinero, como otros influencers. En lugar de esto, y de acuerdo docenas de fans y expertos en redes sociales contactados por Rest of World, el influencer argentino está desafiando el propósito del mismo estado mediante una afirmación audaz: asegurando que sus actos filantrópicos ayudan a los necesitados más que el gobierno. En el proceso, ha generado una gran cantidad de dinero para sí mismo. 

Este año la pobreza en Argentina llegó casi al 40%, lo que significa unas 10.6 millones de personas pobres. A pesar de los millones de dólares que Maratea dice haber usado en ayudar a los necesitados, la cantidad de individuos beneficiados por sus campañas asciende probablemente a algunas docenas. No obstante, muchos de sus seguidores creen que Maratea logra resultados tangibles que los diversos gobiernos de las últimas décadas no han podido conseguir.

Christian Bovelli, un contador de la provincia de Formosa, contó a Rest of World que dona a Maratea con frecuencia. “Él demuestra que uno puede salvar vidas y cumplir sueños siendo honesto y transparente”, dijo. 

Rest of World contactó a Maratea en numerosas ocasiones durante el curso de este reportaje. Él no accedió a comentar y dijo que su energía estaba puesta en su última recaudación.

“No hago caridad”, dice Maratea en su biografía de Instagram. Sin embargo, sería difícil describir sus actividades de los últimos dos años de otra manera. Casi todos los meses elige alguna causa para la cual recaudar dinero: medicamentos para niños con enfermedades extrañas, una cancha para un club de fútbol local o la reparación de un hotel que aloja a personas trans, para mencionar algunas. Maratea pide a sus seguidores que donen para cubrir los costos. 

Los beneficios que obtiene de su trabajo filantrópico no son insignificantes. Cuando Maratea reúne dinero para alguna causa deja claro que espera una retribución. Después de cada recaudación exitosa Maratea hace una “pasada de gorra”, una colecta personal que se realiza por separado en la que sus seguidores le envían dinero a modo de propina o pago por su gestión. Hasta ahora, esas propinas han ascendido a decenas de miles de dólares, con lo que se costea una vida lujosa que Maratea ostenta en su canal. Esto incluye accesorios de Louis Vuitton y Gucci, correas de perro de alrededor de $400, vuelos privados de $15,000, viajes a Europa de $2,000 y más. 

Además, como todo influencer, Maratea se beneficia de su alcance en redes. Un reporte de HypeAuditor, una página de análisis de redes sociales, muestra que un influencer con los seguidores de Maratea puede ganar hasta $2,500 por publicación a través de pagos directos de auspiciantes y de las plataformas. 

“No hago caridad”.

El ascenso de Maratea a su fama de influencer bienhechor fue casi accidental. Anteriormente, sus videos virales eran similares a los de otras figuras populares, como Mr Beast, la megaestrella estadounidense de YouTube que tiene más de 108 millones de seguidores. Estos videos cuentan con situaciones escandalosas y sorteos para mantener una audiencia alta y atraer patrocinadores.

En junio de 2017, Maratea le dio una propina exorbitante a un repartidor de pizzas precisamente en el momento en el que las apps de entrega estaban empezando a ser tendencia, recuerda Micaela Cuesta, una experta en ciencias sociales en la Universidad de Buenos Aires que estudia a Maratea desde sus primeros días. “No se trataba de resaltar la precariedad de estos trabajos”, dijo ella, “sino más bien de capitalizar”.

El éxito de esa gracia y de otras similares fue el principio del movimiento de su personaje público hacia las donaciones performativas, según Cuesta. “Empezó a atender a lo que el mercado le estaba diciendo”, dijo.

Nada de esto importa a sus seguidores, cuyo desencanto político es lo que hace tan atractivo el particular estilo de activismo social de Maratea. Quienes siguen su actividad en redes sociales y donan con regularidad contaron a Rest of World que el mensaje esperanzador de fondo los anima. “La ausencia del Estado nos lleva a optar por la solidaridad individual”, dijo a Rest of World Natalia Buono, una trabajadora gubernamental y donante de Maratea.

Para Cuesta, Maratea no reconoce el poder político de sus actos porque continúa asegurando que no hace política. “Pero afecta a la política”, dijo Cuesta “porque influye en las percepciones sobre el gobierno y tiene una audiencia inmensa”.

Algunos fans de Maratea no están bajo ninguna ilusión de que su influencer favorito pueda llegar a hacer cambios estructurales en la sociedad argentina. “Ningún país cambia con filantropía”, dijo Julieta Arrecegor, una publicista de Buenos Aires. “Pero creo que sí cambia las vidas de algunas personas”.