Nelson Farias trabaja nueve horas al día en una casa que convirtió en un estudio webcam en el barrio de La Aguacatala en Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia. Su escritorio consiste de tres pantallas que usa para monitorear las performances eróticas en vivo de nueve modelos que actúan para clientes en todo el mundo. Mientras algunas cantan usando los dildos como micrófonos, posan, o se tocan a sí mismas; otras bailan, hacen ejercicio o simplemente chatean con los usuarios.
En una pantalla, Farias, 31, se comunica con las modelos, enviándole mensajes sobre su horario de almuerzo, resolviendo problemas de conexión, y a veces, traduciendo pedidos explícitos de los clientes del español al inglés.
Es un monitor o asesor de webcam: dirige, asiste, promueve y entrena a las ‘cammers’ en sus estudios. A pesar de que la mayor parte de la gente en la industria ni sepa que existen, ellos, detrás de escena, permiten que las modelos hagan su trabajo y, en algunos casos, acceden a una industria valuada en muchos millones.
El rol de los monitores en Colombia creció, sobre todo, en las cuarentenas de la pandemia. En ese tiempo muchas personas empezaron a trabajar con webcams, generalmente en estudios. Juan Bustos, fundador de Estudios Juan Bustos, estima que alrededor del 10% de la masa de trabajadores de la industria consiste en monitores como Farias. Ellos enseñan a las modelos los trucos de una industria para la que no hay un manual formal, de acuerdo a los tres estudios, seis monitores y siete modelos que hablaron con Rest of World.




Los monitores no aparecen en la cámara, pero sus huellas están a lo largo de todas las performances que manejan. Axel Zapata, 22, trabaja en los Estudios Juan Bustos, y le dijo a Rest of World que empieza su día planificando el trabajo de las siete modelos que monitorea. Las modelos trabajan con un tema del día (shows especiales, disfraces, o juegos de ruleta).
Otros monitores diseñan el aspecto y el tono de los shows, desde su vestuario hasta su maquillaje. Una vez que las modelos están conectadas, ellos chequean la imagen y el sonido de la transmisión, sugiriendo ángulos para la cámara y configurando los juguetes sexuales interactivos si es necesario. También toman y editan fotos para las redes sociales de las modelos y registran las métricas de performance semanales, haciendo sugerencias financieras para ayudarlas a alcanzar sus objetivos.
“[El monitor] debe identificar cómo es la modelo -sus atributos y cualidades- e intentar de que las aproveche al máximo en sus transmisiones”, dijo Andres Fernando Bernal, CEO de Camaleón Models Group, un estudio de camming que opera en Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Cali.
“Es como jugar a los Sims, pero con gente real”.
Los monitores también interpretan un papel clave como traductores durante los shows en vivo, conectando con clientes de habla inglesa en mercados más pudientes. “Es como jugar a los Sims, pero con gente real”, dijo Felipe Paniagua, exmonitor, sobre la interacción con los clientes en el lugar de las modelos que no hablan mucho inglés.
Angela Jones, una profesora de sociología en el Farmingdale State College de la Universidad Estatal de Nueva York, quien estudió el mercado del sexo online y escribió el libro “Camming”, dijo que la interacción con las modelos es una gran forma de atraer usuarios y que los monitores tienen encargado el facilitar esa comunicación.
“Una de las cosas que apareció en la evaluación de datos sobre clientes es que muchos dicen: mirá, no soy racista, pero quisiera poder interactuar con la modelo”, dijo Jones. “Entonces filtran a mujeres colombianas porque no las pueden entender. Hay un etnocentrismo y racismo que aparecen en esos comentarios sobre por qué sólo quieren conectarse con ciertas performers”.
Los estudios y los expertos que hablaron con Rest of World dijeron que los roles de monitoreo están, sobre todo, en los estudios grandes. Estudios Juan Bustos, que se autoproclama como una de las redes más grandes de estudios de camming en Colombia, dijo que emplea aproximadamente a 2,000 modelos y 150 monitores, según su fundador. Información verificable sobre la industria de camming colombiana es difícil de conseguir, explicó Julia Zulver, una investigadora de la Universidad de Oxford, porque los estudios en algunas partes de Colombia “operan en márgenes poco claros en términos de su legalidad y la formalidad”.
No todas las modelos usan estudios. Sophie Pezzutto, una candidata doctoral de la Universidad Nacional de Austrial que estudia la industria del camming, dijo que las modelos que tienen acceso a conexión estable y rápida de internet operan independientemente (y ganan más) dirigiendo sus propios shows y manejando su propia página web, redes sociales y promociones.
Pero, según la investigación de Jones, mala conexión a internet significa que las modelos en países como Colombia tienen que recaer en estudios donde las computadoras, cámaras y conexión estén garantizadas. En algunos de los barrios más pobres de Medellín, donde viven algunas de las modelos que hablaron con Rest of World, apenas la mitad de los hogares tiene acceso a internet.




Jana Ocampo, que maneja las 14 locaciones de los Estudios Juan Bustos, dijo que las ventas del estudio se incrementaron entre 30% y 40% desde el comienzo de la pandemia. Las modelos que empezaron a transmitir de forma independiente durante la pandemia se unieron a estudios cuando se dieron cuenta de que necesitaban un sistema de soporte o su conexión de internet casera fallaba. Por esto, dijo Ocampo, “los estudios ocuparon un rol mucho más fuerte”.
Juanita Vega, de 23 años, empezó a trabajar como modelo independiente desde su casa durante la pandemia, en agosto de 2020, y dijo que era “horrible” hacerlo sin un estudio o un monitor que la ayudara cuando caía Internet. “Había días en que no podía hacer nada y no ganaba nada” dijo Vega, que pidió a Rest of World que la llamara por su nombre de usuario para cuidar su privacidad.
“Había días en que no podía hacer nada y no ganaba nada”.
Ángel Rivera, una modelo de 24 años que trabaja hace ocho meses en Estudios Juan Bustos, tiene experiencia trabajando desde el estudio y también como modelo “satélite”, un sistema híbrido en el que las modelos trabajan desde su casa con la asistencia remota de un monitor. Gana más dinero desde su casa, pero su computadora obsoleta solo le permite conectarse a una única página de camming.
Pero trabajar con monitores y estudios tiene su precio. En Estudios Juan Bustos, la compañía se queda con la mitad de las ganancias de la modelo si completan 75 horas de transmisión cada dos semanas. Las modelos satélite se quedan el 70% de sus propias ganancias.
Monitores como Zapata y Farias ganan un salario mensual básico de unos $320 dólares y una comisión del 2% de sus modelos. Eso suma entre $455 y $650 dólares por mes. Los monitores trabajan con un contrato fijo que cubre sus impuestos y seguro médico, a diferencia de las modelos, que trabajan como empleadas eventuales cuyos ingresos dependen del éxito de sus shows.
Juan Bustos estima que el 75% de modelos y el 50% de monitores de su estudio son mujeres (Ocampo cree que las monitoras mujeres están más cerca del 40%). Effy Salazar, una monitora que trabaja en Estudios Juan Bustos, considera que en toda la industria se prefiere a los varones para ese rol por las dinámicas de poder. Según su CEO, Camaleón Models Group tiende a contratar varones homosexuales como monitores debido a “dificultades de comunicación” pasadas entre modelos y hombres heterosexuales y mujeres monitoras.



Cuando dirige shows, Farias se imagina a sí mismo como el cliente. “Se trata de pensar qué me gustaría que me hiciera a mí y qué me gustaría hacerle a ella”, explicó. “Pensando muy sexualmente”.
Después de trabajar en Estudios Juan Bustos por un año, Jade Obi, una modelo que pidió que se usara su nombre de usuario por privacidad, planea convertirse en modelo satélite. Sería un paso hacia una mayor independencia y le permitiría conservar un mayor porcentaje de sus ganancias.
Jade tiene ahorrados casi $800 dólares para comprar su propia computadora, pero aún tiene que comprar una cámara, luces y boosters de internet. Contó que durante el tiempo que estuvo en el estudio aprendió a conectarse para transmitir, y a reiniciar y actualizar los programas cuando hay problemas. Todavía está aprendiendo a configurar los juguetes sexuales interactivos. Pero aun cuando trabaje desde su casa habrá alguien detrás de escena.
“No importa cuán independiente sea una modelo, nunca va a estar totalmente sola; siempre va a necesitar a alguien detrás de ella”, dijo Zapata.