A Primitivo Román Montero siempre le atrajo la programación de software. Sin embargo, cuando estudiaba en el Instituto Tecnológico Superior de Tepeaca en México le costó aprender lenguajes de programación que estaban basados fundamentalmente en inglés. La lógica de los lenguajes más usados, como Python, utilizan vocabulario y sintaxis de habla inglesa —términos como “while” o “if not” para definir ciertas acciones— lo cual dificulta el aprendizaje para quienes el idioma nativo no es el inglés. Además, muchos de los recursos educativos para aprender a programar, como Stack Exchange, también están en inglés.
“Cuando yo empecé todo era en inglés”, dijo Román Montero a Rest of World. “Fue muy difícil tener que traducir constantemente”.
Román se graduó en 2007 y trabajó como programador para varios clientes, incluyendo al gobierno del estado de Puebla. También estuvo en puestos donde tenía que comunicarse en inglés, pero nunca se sintió cómodo, aun teniendo cierto conocimiento de ese idioma.
En 2015, Román decidió lanzar un proyecto para ayudar a otros programadores como él. Comenzó a trabajar en lo que sería Lenguaje Latino, un lenguaje de programación de código abierto basado en español. La idea era simple: facilitar el aprendizaje de códigos de programación primero en español para luego avanzar a otros idiomas. “Fue algo que podría contribuir a la sociedad —una herramienta para estudiantes que estuvieran empezando y quisieran trabajar como programadores”, dijo.
Sin embargo, el inglés aún predomina como la base fundamental de estos lenguajes y como un habilidad en demanda que piden muchas empresas de tecnología en la región, lo cual crea una barrera importante para atraer a más personas a la industria. Según un estudio reciente la empresa española de servicios de tecnología Everis, el 55% de las empresas en Latinoamérica dijeron que encontrar al empleado indicado era difícil, mientras que los expertos estiman que la región surgirán 10 millones de nuevas oportunidades de trabajo en tecnología para 2025.
A medida que llega a la región le llueven inversiones de capital de riesgo mientras aumenta el interés de las empresas tecnológicas, crece el incentivo de abordar la escasez de mano de obra entre la comunidad tecnológica de la región que busca capacitar a los trabajadores que operan en español. Nuevas iniciativas han comenzado a surgir gracias a desarrolladores de software como Román, bootcamps y grupos de programación de software, desde proyectos que buscan proporcionar traducciones de materiales educativos hasta la creación de un lenguaje de programación en español.
Actualmente, el lenguaje creado por Román se usa en universidades como el Instituto Tecnológico de Zitácuaro en México y la Universidad Católica de Salta en Argentina, dijo, aunque todavía funciona más como una herramienta de aprendizaje que como un programa que pueda ser incorporado a la dinámica de una compañía. Román trabaja ahora junto a voluntarios para hacer que funcione más rápido, de modo que pueda competir con otros lenguajes como Python.
El hecho de que Lenguaje Latino no pueda reemplazar otros lenguajes de programación que se usan comúnmente evidencia los retos que trae consigo querer crear un entorno de trabajo basado en la lógica del español para desarrolladores hispanohablantes. Marian Villa Roldán es una programadora colombiana y cofundadora de Pionerasdev, una organización sin fines de lucro con sede en Medellín que ayuda a las mujeres a aprender a programar. Ella está de acuerdo en que una de las principales barreras para los hispanohablantes es la falta de un lenguaje de programación y la falta de recursos de codificación en español. Ha oído hablar de Lenguaje Latino, pero no cree que esté listo para reemplazar los lenguajes de programación basados en inglés en América Latina.
“El inglés es una necesidad [para convertirse en programador],” dijo.
Pionerasdev realiza talleres, bootcamps y reuniones dedicadas a la superación profesional de las programadoras. La organización traduce contenido al español, pero mayormente se enfoca en ayudar a las personas a aprender lenguajes de programación sin que necesariamente tengan que dominar el inglés. “Tenemos técnicos que entienden la implementación, pero no se sienten muy cómodos teniendo una conversación en inglés”, dijo a Rest of World.
Con un enfoque similar, Laboratoria, una organización creada en Perú y que cuenta con sedes en toda Latinoamérica, ayuda a las mujeres a aprender a programar y a conseguir empleos en tecnología. Gabriela Rocha, cofundadora y directora de operaciones de la empresa, dijo que Laboratoria ha experimentado con la enseñanza del inglés como parte de su plan de estudios, pero aún realiza todo su bootcamp intensivo de seis meses en español. Solo el 14% de sus estudiantes tiene un nivel avanzado de inglés, otro 50% tiene un nivel intermedio y un 36% son principiantes, dijo.
Al igual que PionerasDev, Laboratoria opera bajo la idea de que las estudiantes necesitan saber suficiente inglés para aprender a programar código y acceder a la documentación educativa, pero no necesariamente para alcanzar un nivel superior. “Latinoamérica está acostumbrada al [inglés] y a cómo manejarlo”, dijo Rocha. “La gran mayoría de las oportunidades para nuestras estudiantes todavía se encuentran dentro de esta región y no requieren inglés.” Más del 75% de los trabajos que obtienen las estudiantes de Laboratoria no usan el inglés como idioma principal.
Rocha señaló como ejemplo al sector bancario de la región, que actualmente experimenta una transformación tecnológica y necesita ingenieros de software para ayudar a crear nuevos productos y servicios, todos estos trabajos que no requieren inglés. Lo mismo ocurre con muchas de las agencias de outsourcing de software que contratan a las estudiantes de Laboratoria, como Accenture y Globant.
“El inglés sigue siendo muy importante y eso es lo que creo que todavía nos falta en América Latina”.
“Esos empleos, al menos ahora, no dependen necesariamente del inglés, lo cual es genial porque creo que necesitamos crear nuestro propio ecosistema donde el español se vuelva igual de relevante”, dijo Rocha a Rest of World. Pero, a pesar del creciente número de oportunidades para programadores en español, reconoció que muchos de los mejores trabajos aún requieren dominio del inglés, como los del sector de “alta tecnología”, incluyendo a Google o Uber. “Ahí es donde creo que el inglés sigue siendo muy importante y eso es lo que creo que todavía nos falta en América Latina”.
Si bien la llegada de este tipo de trabajos a la región estimulará el ecosistema local, Rocha también hizo una advertencia. “Es probable que comencemos a ver una brecha más grande entre los tipos de oportunidades [laborales] a que pueden acceder las personas en función de la necesidad de que hablen inglés y eso sin duda tendrá consecuencias negativas para el talento, el mercado laboral, la innovación y la competitividad de las empresas”, dijo.
Elias Torres es el fundador y director de tecnología de Drift, una plataforma de marketing y ventas con sede en los Estados Unidos que se convirtió en un unicornio valorado en mil millones de dólares en 2021. Torres, quien creció en Nicaragua y se mudó a los Estados Unidos cuando tenía 17 años, se ha enfocado en construir lazos entre el ecosistema tecnológico estadounidense y el latinoamericano. Una de esas iniciativas es contratar empleados de Drift en Guadalajara y traer ese tipo de trabajos de “alta tecnología” a México.
“Yo entrevisto a todos en español y no sé nada sobre sus [habilidades] en inglés”, dijo a Rest of World recientemente.
Aun así, cuando Drift contrató hace poco a un vicepresidente de la superapp Rappi, surgió un debate en torno a si la empresa requeriría que los nuevos empleados hablaran inglés. El equipo de liderazgo decidió que sí era necesario. “La verdad es que en ingeniería de software…todo está en inglés”, dijo. “Para ser un buen ingeniero de software…debes tener cierto nivel de fluidez”.
A medida que el sector tecnológico en Latinoamérica se fortalece y busca crecer de forma autónoma, la barrera del idioma seguirá siendo un obstáculo importante, especialmente para los puestos de alta calidad. Para establecer la autonomía con respecto al ecosistema tecnológico de Estados Unidos, Román dijo que las empresas tecnológicas de la región tendrán que cambiar su mentalidad.
“Aquí no tenemos un Silicon Valley y necesitamos gente que desarrolle hardware o nuestras propias bases de datos latinoamericanas”, dijo. “Siempre somos consumidores”.